Terapia de pareja

¿Qué es la terapia de pareja?

La terapia de pareja está dirigida a solucionar los conflictos, superar las crisis, resolver los problemas de comunicación entre ambas partes y reforzar los aspectos positivos de la relación. No obstante, para llegar a este punto, es necesario desvelar el origen de los conflictos y descubrir la dinámica que está en su base y los alimenta, impidiéndole a la pareja alcanzar un equilibrio satisfactorio.

Para descubrir el problema subyacente, el terapeuta de pareja necesitará profundizar en la historia de la pareja, saber cómo se conocieron, en qué punto de sus vidas estaban y a qué cosas renunciaron por estar juntos. También se suelen analizar las experiencias familiares de ambas personas, sobre todo el tipo de relación que mantenían sus respectivos padres, ya que a menudo los patrones que estancan la relación provienen de sus hogares de origen y son comportamientos que cada uno repite sin ser conscientes de ello.

Una vez identificado el problema, se suele ser trabajar en la comunicación potenciando habilidades como la escucha activa, la empatía y la expresión asertiva de las emociones. De esta forma, las personas pasan del “modo monólogo” al “modo diálogo”. El objetivo final es que ambos aprendan a expresar sus sentimientos, ideas y necesidades sin herir al otro, en el respeto a la individualidad.

Es importante aclarar que la terapia de pareja no se centra solo en hablar, en muchas de las sesiones se ponen en práctica diferentes técnicas psicológicas, como la modelación o el psicodrama, para lograr que las personas se apropien de modos de relacionarse más asertivos y empáticos. Además, también es usual que el terapeuta de pareja oriente una serie de tareas que la pareja debe realizar en casa, normalmente con el objetivo de reencontrar la pasión, fomentar la confianza y/o propiciar el acercamiento afectivo.

Las principales causas de los problemas en una pareja

La mayoría de las parejas se forman en base al enamoramiento. Esta primera fase está caracterizada por sentimientos muy intensos matizados por la pasión, el afecto y la ternura. Sin embargo, poco a poco el enamoramiento va cediendo y la pareja debe encontrar nuevos intereses y razones que la mantengan unida.

En este punto es imprescindible que ambos miembros sean capaces de desarrollar la intimidad. Es decir, abrirse plenamente al otro, mostrarse tal cual son y ponerse en manos de la pareja, con todos los riesgos que ello puede conllevar desde el punto de vista emocional. En ese momento, cuando la persona acepta plenamente al otro, con sus virtudes y defectos, se crea un vínculo muy estrecho que va más allá de la pasión, la relación madura y se consolida.

A medida que la pareja continúa dando pasos, se afianza el nivel de compromiso, se ratifica la decisión de mantener la relación y de luchar con todas sus fuerzas para resolver los problemas que puedan surgir. Sin embargo, no siempre sucede así.

La convivencia, el paso del tiempo y la rutina son retos difíciles para cualquier pareja y pueden dar lugar a conflictos que terminen dando al traste con el amor y haciendo que sus miembros pierdan la ilusión. De hecho, la frase “ya nada es igual”, es una de las más escuchadas en las consultas de Psicología.

Los conflictos más comunes en la pareja

Existen diferentes factores, tanto de índole personal como social, que pueden influenciar la vida en pareja dando lugar a conflictos que rompen la armonía. Entre los principales motivos de consulta se hallan:

  • Desequilibrio de poder, debido a que una de las personas asume el control y toma decisiones de manera unilateral sobre asuntos importantes de la vida en pareja, como puede ser la educación de los hijos o el manejo de la economía doméstica.
  • Escasa intimidad, casi siempre provocada por la escasa expresión de afecto y detalles hacia la otra persona o por la existencia de límites y barreras emocionales que generan una profunda insatisfacción en uno de sus miembros.
  • Falta de compromiso, se trata a un desbalance en la inversión que cada persona hace en la relación de pareja, en el grado en el cual se involucra en la misma para lograr que el otro sea feliz.
  • Apego inseguro, este problema generalmente se instaura en la infancia y se caracteriza por conductas automáticas que matizan la relación y que se proyectan sobre la pareja, casi siempre bajo la forma de celos o de una dependencia emocional, que termina por ahogar al otro.
  • Insatisfacción sexual, casi siempre provocada por la falta de deseo sexual o por disfunciones sexuales propiamente dichas que aparecen como resultado de la rutina o la ausencia de pasión.
  • Infidelidad, que suele estar acompañada o antecedida por un malestar o insatisfacción con el matiz que ha adquirido la relación.
  • Falta de cooperación, se produce cuando uno de los miembros no contribuye suficientemente a la relación, casi siempre en lo que respecta a las tareas domésticas, sobrecargando al otro de responsabilidades que generan reproches y frustración.
  • Agresividad y violencia, situaciones que normalmente se producen a partir de discusiones que no llegan a buen puerto y en las cuales se le da rienda suelta a la ira.
  • Injerencia de la familia de origen, problemas que generalmente están provocados por familias demasiado invasivas que interfieren en las decisiones y la vida cotidiana de la pareja, generando conflictos y un distanciamiento entre sus miembros.
  • Escasa confianza, una situación en la cual una de las personas no confía plenamente en el otro y, como resultado, asume comportamientos posesivos que provocan angustia, inseguridad y opresión.
  • Diferencias culturales, que en un primer momento de la relación no salieron a flote pero que, con el paso del tiempo y el roce cotidiano, comienzan a hacerse notar.
¿Qué se encuentra en la base de estos conflictos?

Más allá del motivo de consulta, en la base de los conflictos de pareja casi siempre hay dos problemas fundamentales: las dificultades en la comunicación y la escasa aceptación del otro.

Problemas de comunicación. A lo largo del tiempo, cada pareja va construyendo un “método” que le permite comunicarse y tomar decisiones, pero no siempre se trata de la mejor estrategia, por lo que termina convirtiéndose en una fuente constante de conflicto. De hecho, a menudo las parejas se enzarzan en discusiones destructivas que no llevan a ninguna parte y solo sirven para deteriorar la relación. En otros casos, el problema radica en la falta de comunicación o una forma de comunicarse inadecuada, de manera que poco a poco las personas se van convirtiendo en dos extraños, sin puntos en común con el otro. Sin embargo, la comunicación es un pilar imprescindible para mantener una relación de pareja satisfactoria, es necesario que ambos miembros puedan expresar sus ideas en un ambiente de respeto y comprensión.

Falta de aceptación de las características del otro. Una pareja no se sustenta únicamente en el cariño, la pasión o la responsabilidad, cada miembro debe sentirse comprendido, aceptado y apoyado al interno de la relación. Se trata de necesidades básicas que, cuando no son satisfechas, generan una gran frustración, por lo que no es extraño que detrás de muchos de los problemas de pareja se esconda el hecho de que uno de los miembros no acepta ni apoya al otro, sino que le reprocha continuamente sus errores y aniquila sus sueños. A la larga, esta actitud provoca un distanciamiento emocional que poco a poco va matando la ilusión y la confianza.

Los desencadenantes de los conflictos de pareja

En circunstancias normales, lo usual es que la pareja logre acoplarse y llevar una vida relativamente tranquila. Sin embargo, cuando ocurren cambios importantes, la falta de aceptación del otro o la incapacidad para comunicarse de manera asertiva salen a relucir y provocan conflictos o los acentúan.

Hay situaciones particularmente estresantes que actúan como desencadenantes de los problemas de pareja, como pueden ser las enfermedades, los problemas económicos o la llegada de un bebé. En otros casos, los problemas surgen con la jubilación o cuando los hijos se van de casa, ya que la pareja tiene más tiempo para pasar juntos y comienzan a surgir las desavenencias.

¿Cuándo acudir a un terapeuta de pareja?

Cualquier pareja puede pasar por un momento de crisis. La mayoría de las veces ocurre sin que ninguna de las partes quiera, y sin que sepamos cómo evitarlo. En estos casos, no hay que precipitarse y tomar decisiones impulsivas, sino analizar qué está pasando. Quizá sea el momento de pedir la ayuda de un profesional objetivo que te pueda brindar las claves para recuperar el rumbo de la relación.

Es recomendable acudir a un terapeuta de pareja cuando existe un malestar o insatisfacción con la relación y ambas personas quieran resolver el problema. En sentido general, se debe recurrir a la terapia de pareja cuando existen:

  • Problemas de comunicación
  • Celos o desconfianza
  • Problemas de convivencia
  • Dependencia emocional
  • Dificultad para encontrar pareja o mantenerla
  • Infidelidad
  • Miedo al compromiso
  • Ruptura sentimental, separación o divorcio

Aunque el principal objetivo de la terapia de pareja consiste en salvar la relación y lograr que esta sea satisfactoria para ambos miembros, este proceso también es beneficioso para las personas que ya han decidido separarse, pero quieren hacerlo de la mejor manera posible, sin hacerle daño al otro y atenuando los conflictos

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