997 831 793
Av. Los Eucaliptos 1083
info@psicoterapiasperu.com
La terapia cognitivo conductual es uno de los enfoques terapéuticos más utilizados en las consultas de Psicología. El secreto de su éxito radica en que se trata de una terapia enfocada en la acción, por lo que los primeros resultados no suelen tardar demasiado en apreciarse. De hecho, al unificar técnicas provenientes de la escuela conductista y cognitiva, el psicólogo dispone de un amplio repertorio de herramientas con las cuales puede hacerle frente a una gran cantidad de trastornos.
Sin embargo, la terapia cognitiva conductual no es una mera fusión de dos corrientes psicológicas, es mucho más. En su base se encuentra la idea de que la conducta se aprende, pero este aprendizaje no es un mero vínculo de estímulos y respuestas, sino que está determinado por los significados, los cuales se forman a partir de nuestros esquemas cognitivos y las experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida.
Como el comportamiento, la cognición y las emociones están profundamente vinculados, un cambio en uno de estos componentes incide sobre los demás. En la terapia cognitiva conductual se trabaja para modificar determinados patrones de pensamientos, en aras de lograr un cambio en el comportamiento y en el estado emocional de la persona. A lo largo de la terapia se suelen usar técnicas de reestructuración cognitiva, entrenamiento en relajación y técnicas de afrontamiento del estrés o de exposición
La terapia cognitiva conductual se puede aplicar para tratar una amplia gama de trastornos y problemas. Se utiliza a menudo para enfrentar los trastornos de ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo, los ataques de pánico, las fobias, el estrés post-traumático, las adicciones y los trastornos del comportamiento alimentario, como la bulimia y la anorexia.
También se aplica con excelentes resultados para ayudar a las personas a superar el duelo y la ruptura de pareja. Además, se utiliza en los programas de manejo de la ira y es un enfoque muy útil para enseñar a las personas a afrontar las situaciones de estrés, solucionar las dificultades en sus relaciones interpersonales, mejorar su autoestima y tomar decisiones trascendentes.
En algunas enfermedades específicas, como las cefaleas, el insomnio, la fibromialgia y el colon irritable, la terapia cognitivo-conductual también ha demostrado ser muy eficaz, sobre todo para aliviar los síntomas y prevenir las recaídas.
En sentido general, esta terapia es apropiada para aquellas personas que quieren solucionar un problema específico y necesitan la guía estructurada que le ofrece el terapeuta y está indicada para los casos en que hay un problema puntual, no un malestar inespecífico, en cuyo caso no sería la técnica más adecuada.
En las sesiones se utilizan diferentes técnicas, dependiendo del problema que se aborde, pero como el objetivo esencial de esta terapia consiste en analizar la validez de los pensamientos, se suele aplicar el descubrimiento guiado, una técnica mediante la cual el psicólogo y el paciente se centran en una situación específica en aras de identificar los pensamientos disfuncionales y evaluar su validez, intentando modificar las creencias limitantes.
Una vez que la persona se apropia de determinadas herramientas psicológicas y comprende el mecanismo de base que genera el malestar, se convierte en su propio terapeuta, razón por la cual la mayoría de los tratamientos se resuelven en unas 15 sesiones, aunque quienes presenten trastornos más complejos suelen necesitar un tratamiento mucho más largo.
Durante todo el proceso de la terapia, la relación que se establece entre el psicólogo y el paciente es esencial ya que este tipo de terapia demanda que ambos formen un equipo. De hecho, las decisiones sobre la frecuencia de las sesiones, los problemas que se abordarán y las tareas a desarrollar se toman de común acuerdo. De esta forma el psicoterapeuta logra involucrar a la persona en la terapia y la responsabiliza con el cambio.