La Terapia Breve Estratégica (TBE) es un modelo de intervención utilizado en Psicología, que se centra en resolver y dar soluciones a problemas complejos mediante herramientas simples, planificadas e intencionadas.
Este tipo de terapia analiza las soluciones que se han ido adoptando para solucionar el problema del paciente, pero que no han funcionado. De esta manera, se puede buscar una nueva solución, que no haya sido utilizada anteriormente, y probarla.
La Terapia Breve Estratégica, a diferencia de otras terapias, no busca una causa del problema psicológico que tiene el paciente, porque el pasado no puede modificarse. En este tipo de terapia, el pasado solamente se utiliza con el objetivo de saber lo que no ha funcionado, de manera que se puedan plantear nuevas perspectivas.
El terapeuta realiza un acompañamiento profesional hacia ese cambio a través de técnicas elaboradas para que el paciente pueda ver la realidad o construir una realidad diferente, porque la que tiene hasta ese momento no le permite progresar en la vida.
¿En que nos puede ayudar?
Trastornos de alimentación: anorexia, bulimia
Trastornos sexuales: disfunción eréctil, eyaculación precoz, trastornos de deseo
Depresión
Problemas de familia
Problemas de pareja
Problemas laborales
Trastornos de ansiedad
Ataques de pánico
Fobia social
Trastorno obsesivo
Trastornos psicosomático
¿En qué consiste?
La Terapia Breve Estratégica, como su nombre indica, es un tipo de terapia que se intenta realizar en un espacio de tiempo corto. Normalmente, el terapeuta estratégico intenta hacerlo en un espacio corto de tiempo, porque si se tarda mucho tiempo, entonces aparece un sentimiento de frustración. Cuando las terapias se demoran demasiado, el paciente no acaba de encontrar la solución a lo que le pasa. Además, este tipo de terapia parte de la idea de que, aunque el problema haya durado mucho tiempo en la persona, el tratamiento no debe ser largo, sino breve y muy focalizado.
Esta terapia se centra en el momento presente, ya que el pasado solamente se observa para conocer lo que no ha funcionado y plantear nuevas soluciones. El profesional no ofrece recursos al paciente, sino que le ayuda a descubrir sus propias habilidades y recursos.
En la mayoría de los casos, los cambios se empiezan a notar antes de alcanzar las 10 sesiones de terapia, de manera que el grado de sufrimiento o invalidez a la hora de pensar va disminuyendo progresivamente respecto al primer día durante estas sesiones.