mediación familiar

Mediación familiar

Qué es la mediación familiar

La mediación consiste en un proceso de gestión y resolución de conflictos, en el que las partes implicadas tienen la posibilidad de llegar a los acuerdos que consideren más adecuados de cara a resolver la situación conflictiva en la que se encuentran, asistidos en todo momento por uno o más mediadores, los cuales siempre adoptan un papel neutral e imparcial.

El mediador ayuda a las personas inmersas en una situación complicada a que puedan comunicarse entre ellos de una manera más adecuada y facilitar así que puedan tomar por sí mismos las decisiones que consideren o llegar a los acuerdos que estimen más adecuados en función de sus necesidades.

En este tipo de intervención, que puede tener una duración variable según los casos, aunque casi nunca se trata de procesos largos, los mediadores facilitan a través de la comunicación que los participantes puedan entender qué es lo que está ocurriendo entre ellos, que exploren las mejores alternativas posibles para resolver su situación y, en su caso, tomar las decisiones que satisfagan las necesidades de todas las partes en la medida de lo posible.

Por tanto, los acuerdos y las decisiones, en caso de que se puedan llegar a ellas conjuntamente, siempre las tomarán los propios interesados de manera libre y voluntaria, sin la intervención expresa del mediador, pues éste solo facilita la comunicación y favorece la toma de decisiones, pero sin asesorar ni hacer terapia de ningún tipo.

¿En qué se diferencia la mediación familiar de la terapia familiar?

Tanto la mediación como la terapia implican una intervención en la familia para favorecer el desarrollo de sus miembros. Sin embargo, la terapia familiar implica un proceso de asesoramiento para ayudar a las familias a resolver determinadas crisis o problemas, por lo que a menudo es necesario profundizar en el pasado y conectar la historia familiar con la situación actual. Su principal objetivo es promover un cambio positivo en la dinámica familiar que les ayude a afrontar de mejor manera los retos habituales por los que atraviesa una pareja o familia.

Por su parte, la mediación familiar prioriza la consecución de acuerdos que sean satisfactorios para todos los miembros, aunque sin descuidar los aspectos de la relación y la comunicación, como venimos explicando. Es un trabajo que se centra en el aquí y ahora con vistas al futuro, pero no es un tratamiento propiamente dicho, en la medida que no se dan pautas ni asesoramiento alguno. El mediador adopta un papel menos directivo sin asesorar a las partes, aunque los cambios en las pautas relacionales y de comunicación que se producen pueden llegar a tener efectos terapéuticos. En este sentido, el simple hecho de llegar a un acuerdo puede normalizar las relaciones y restaurar el canal de comunicación que se había perdido.