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Constelaciones Familiares es el nombre de una terapia alternativa que articula elementos de la antropología social, la teoría sistémica y el psicoanálisis, para hacer más visibles las dinámicas que tienen que ver con nuestra historia y relación familiar; y que vuelven a repetirse cuando somos adultos una y otra vez. Su nombre en alemán significa «colocación de la familia» y fue estructurado y dotado de sentido por Bert Hellinger, terapeuta y filósofo alemán.
Si nos tomáramos el trabajo de hacer un repaso de toda nuestra vida hasta hoy, seguramente encontremos que hay ciertos patrones o estructuras de comportamiento y de relación con los demás que se repiten y que nos han generado sufrimiento desde siempre. Problemas de salud, autoboicots, falta de autoconfianza, inseguridades, victimización, sentimiento de abandono, etc. Posiblemente, si ahondáramos aun más encontraríamos que, a través de las generaciones, muchos de esos conflictos o preocupaciones también eran característicos de otros miembros de la familia y, de alguna manera, nos fueron trasmitidos, los hemos memorizado e interiorizado.
Dentro de las Constelaciones hay algo que se conoce como “Implicación Sistémica”. Se produce cuando una persona se adjudica (no de manera consciente) actitudes o sentimientos de un antepasado. De las Implicaciones hay dos tipos:
1. Arrogación: cuando la persona se apropia del derecho o responsabilidad de otro.
Las maneras en que lo hace puede ser:
2. Compensación negativa: una persona pone su destino en el de algún antepasado. También hay distintos tipos:
En las Constelaciones se trabaja con representantes, de forma grupal o individual. Quien está constelando ubica en el espacio a distintas personas que representan a diferentes integrantes de su familia, teniendo en cuenta la relación entre sí. Él observa y luego, también puede ser participante activo.
Quienes representan actúan libremente, expresando las emociones que experimentan estando en el sitio y relación en que se lo ubicó.
La persona que constela reconoce actitudes de sus familiares, aunque quienes están representándolos no saben nada acerca de ello. Por eso, se dice que no es una actuación, sino una percepción surgida del sitio en que se los ubica.
De esta manera, la persona puede hacer visible las dinámicas de las que forma parte, el orden que ocupó dentro de la familia, desarticular aquellos lazos que le dificultan acercarse a su deseo y sanar.
Además, lo que cada persona trabaja llega también, de alguna manera, a todo su círculo familiar, ya que un movimiento implica a su vez el movimiento del conjunto.